Presentación


No suelo escribir sobre mí, pero algunas veces se hace necesario, sobre todo, cuando después de dejarse uno jirones de piel en cada esquina, uno nota que le faltan las fuerzas y, también, porque la mayoría conoce una faceta exclusiva de mi persona. Tener un blog me permite llegar más allá y hablar no sólo de ideas, sino también de sentimientos.

Trabajo en un pequeño negocio de administración de comunidades. Terminar el balance de uno de nuestros clientes, una junta de vecinos, un ascensor que se avería, un sótano que se inunda…, esa es mi vida diaria. Todo el día al pie del “tajo” y después…,cuando termino la jornada laboral, sobre las siete de la tarde (los días que no tengo que asistir a una junta de vecinos), empieza la lucha (la lucha, porque las llamadas se suceden a lo largo del día en el teléfono móvil y siempre intento estar disponible para los que me llaman). Siempre tengo que preparar algún proyecto, escribir, contestar los centenares de correos electrónicos diarios, reunirme con los compañeros del Foro... Muchos días falto al trabajo porque tengo que viajar allá donde me llaman, sacrificando parte de mis vacaciones. Tan sólo soy un contable, un modesto contable, alienado y obligado a ser competitivo por obra y gracia del “dios mercado”, nuevo tirano donde los haya y al que tenemos que hacer frente. Me hice comunista cuando hace años comprendí que, en un mundo como este, en el que una tiranía siempre da paso a otra, era lo único decente que se podía ser; y un comunista de a pie, de los que piensan que la vanguardia tiene que estar en la calle, con la gente. Un comunista de los que piensan que la base para cambiar el mundo está en el trabajo día a día, convencido de que la izquierda está muriendo porque llevamos años defendiendo espacios de poder y que para salvarla es necesario construir y defender espacios de trabajo.

 Algunas veces, las horas de sueño perdidas se acumulan, los intentos diarios de no enloquecer, cuando el trabajo habitual del que vivo se mezcla con la toma de decisiones sobre como avanzar con los espacios de libertad en los que estoy involucrado, con las llamadas, con los problemas que surgen, provocan que el cansancio físico se torne agotamiento, pero resisto, no desfallezco; como buen gramsciano que soy, siento el pesimismo del pensamiento y lo combato con el optimismo de la acción. No puedo parar. Como Durruti, un buen día, decidí renunciar a todo menos a la victoria y las renuncias se han acumulado. Casi no sé lo que es sentarse ante el televisor, la familia es algo que está ahí, pero no hago vida familiar apenas, mi compañera se involucró en la lucha no sólo por convicción, sino también para poder, al menos, verme y estar cerca de mí, tratando de aliviar la soledad del que camina sin descanso, sin hacer paradas, pensando que no hay posibilidad de hacerlo hasta que se haya garantizado que el último de sus compañeros y camaradas oscuros asesinados tienen el lugar que le corresponde en la Historia. Camino soñando que un gran movimiento popular investido de otros valores distintos a los hegemónicos avanza sin descanso, que la gente se organiza y lucha. Quiero construir la izquierda y compartir la tarea con miles de compañeros y camaradas. He renunciado a muchas de mis apetencias y sentimientos para ello. En los últimos nueve años he dedicado casi todas mis noches y fines de semana. He tenido que sortear miles de dificultades, asumir cientos de errores, sufrir varias derrotas, y sin embargo, siempre he dado un paso más y estoy dispuesto a seguir dándolos. No defiendo un espacio de poder, sino in espacio de trabajo.

No me lamento por todo ello, ni me auto-compadezco, he asumido libremente esta forma de vivir y no me quejo por ello, soy un militante, un cuadro comunista y no quiero ser otra cosa, sin mi condición como tal no soy nada, ni me siento nada. Sin embargo me duele la incomprensión ante lo que intentamos hacer, me duelen los ataques basados en la incapacidad para trabajar por parte de los demás, de los que en vez de intentar generar una dinámica de trabajo propia siguen pensando que soy un referente en el movimiento por algún tipo de iluminación extraordinaria, o porque una conspiración me ha llevado a ello, y me duele mucho más que cuando es la ultraderecha la que me amenaza con la muerte y los peores castigos del infierno, porque la incomprensión viene de quienes dicen ser camaradas y de izquierdas, y porque los ataques proceden de quien mejor debería saber que estamos intentando construir algo en donde antes no había nada. Si estoy en la dirección del movimiento es porque intento ser base y dirección al mismo tiempo. No me quejo de trabajar para vivir, todos tenemos que hacerlo, no me quejo de dedicarle el resto de mis horas y todo el tiempo que puedo a la lucha, me quejo de la incomprensión de quienes deberían ser los primeros en comprender. Dada la profesión que ejerzo, hace tiempo que descubrí que hacer cosas es muy difícil, por eso la mayor parte de la gente sólo habla y critica.

España está sentada sobre un mar de cadáveres de hombres y mujeres de izquierdas y, sin embargo, lo más importante es la revista rosa hablando de las últimas noticias del “cachorro de los verdugos”, la copa de Europa, ese amasijo de multinacionales disfrazadas tras el Madrid 2016 y, sobre todo, la propiedad privada, de lo que sea, en este caso de los muertos, sin pensar en que los muertos de los que hablamos fueron asesinados colectivamente y que no sólo tenían familia, sino también camaradas y compañeros, fueron victimas de un auténtica masacre no por pertenecer a una familia determinada, sino por pensar y actuar de una forma determinada. Me quejo de una izquierda destruida por la codicia y la mezquindad de muchos de sus dirigentes y la desidia de las bases, de un país cuya única cultura es la de ver la paja en el ojo ajeno sin ver la viga en el propio, de una televisión que transmite como valores el egoísmo, lo superfluo y el dinero. Eso es lo que nos rodea y nos contamina, a todos, en mayor o en menor medida. A todos, sin excepción.

No hago esto por la izquierda (que también), no hago esto por las familias (que también), no hago esto por hacer avanzar la democracia (que también), lo hago por mí mismo, porque no puedo vivir tranquilo ni un día pensando que hay miles de compañeros y camaradas asesinados desperdigados en desconocidas fosas comunes, en lugares inhóspitos. Hago esto porque la hegemonía cultural dominante es tan tremenda que asesina la mente de millones de personas, las transforma en muertos vivientes; no puedo sentarme y cruzarme de brazos viendo como este genocidio mental se abre paso a marchas forzadas asesinando, incluso, la mente de muchos de mis camaradas.  Trato de limpiar mi conciencia por no haberlo hecho antes y, al mismo tiempo, trato de mirarme en nuestros muertos para intentar descubrir el camino para mejorar el mundo. También me he vuelto egoísta, ya veis, porque he llegado a la conclusión de que todos los muertos son también míos, porque considero que son de todos, son propiedad privada de toda la Humanidad. ¿Cómo puede haber alguien tranquilo en una situación así? Todos nos vimos afectados por los muertos del 11 de marzo de 2004 en Madrid, nos sentimos dolidos por las imágenes de iraquíes torturados, indignados por los niños palestinos asesinados y, sin embargo, las miles de personas exterminadas por el fascismo en nuestro país parece que no importan. Para unos es propiedad privada, para otros algo que ocurrió hace tiempo y es mejor no remover, otros lo ven como una cuestión exótica y muy pocos se implican; algunos lo entienden, pero no se levantan del sofá de casa y retiran la mirada del televisor para actuar. La propiedad privada, la vida privada, lo privado pesa más.

Mis músculos están cada vez más doloridos, mi vista más cansada, mi sordera ha aumentado, pero mi pensamiento se mantiene firme. No pienso parar, no puedo parar. Ellos dieron su vida por nosotros, yo trato de darles la mía a ellos de la mejor forma que sé y puedo. Quiero hacerlo bien, no de cualquier forma, con criterios que a ellos les hubieran parecido correctos. Intento ser un militante como ellos, seguir su ejemplo día a día, para tratar de comprender que pensaban y como luchaban. Quiero un lugar entre ellos, quiero ser uno de ellos, quiero sentir que su espíritu y sus pensamientos entran en mí, soñar sus sueños y sus anhelos, luchar por lo mismo, por la Libertad, si, la LIBERTAD, en mayúsculas, esa Libertad que sin derechos sociales y económicos garantizados para toda la Humanidad no vale nada.

A veces estoy muy cansado, pero tomo un respiro y continúo, sigo renunciando a todo todos los días, a todo, menos a recuperar la memoria de todos nuestros compañeros y camaradas victimas del fascismo, pero no por conseguir votos, ni dinero, sino porque ellos nos enseñan y señalan el camino a todos los que luchamos por la emancipación del género humano.

Cuando el cansancio me impide continuar y me siento solo, salgo a la calle a pasear y fumar un cigarrillo para disfrutar de la paz de la noche, soñando con miles de puños alzados de miles de compañeros y camaradas que cantan La Internacional; las imágenes de los que cayeron se entremezclan con las de los que me acompañan en la lucha y veo como nuestras viejas banderas son recuperadas, traídas de la mano por nuestros muertos, o tal vez debería decir, por nuestros hermanos caídos. Ellos luchaban por la Libertad y nosotros hacemos lo mismo, los mataron por que defendieron las mismas causas que nosotros. Vamos a recuperar su memoria rescatando sus cuerpos y a enterrarlos como si fueran camaradas y compañeros asesinados ahora y, al ser asesinados, vamos a denunciar los hechos ante la Justicia, vamos a estudiar sus enterramientos buscando las pruebas incontestables de su exterminio. Y también vamos a hablar de sus ideas. ¿Alguien sigue pensando a estas alturas que luchaban por una monarquía parlamentaria? ¿Alguien sigue pensando que luchaban para sustituir una dictadura fascista por una dictadura de mercado disfrazada de democracia? ¿Alguien sigue pensando que su dignidad se recuperará sólo con enterrarlos en un cementerio?

Un militante de verdad tiene vinculaciones invisibles con sus camaradas y compañeros, lazos tan o más fuertes que los proporcionados por los propios genes; se tienen sentimientos y pensamientos comunes, prácticas comunes, formas de vida comunes ¿Quiénes dirigían las casas del pueblo y los ateneos, las cooperativas, las sociedades obreras, los sindicatos, las asociaciones? ¿Es que acaso piensan que, aunque pocos, ya no quedamos militantes para los que la política no es sólo presentarse a unas elecciones? ¿Y que les ocurre a los militantes? ¿Ya no saben lo que es hacer un trabajo de vanguardia? ¿Tan profunda ha sido la derrota que sólo luchan por salir en la prensa o situarse en una lista electoral? ¿Os dais cuenta todos de porque es tan importante recuperar su Memoria? Ellos nos enseñan muchas cosas, sobre todo la generosidad absoluta de dar la vida por aquello en que creían. Algunos familiares dicen defender lo que es suyo, algunos militantes sólo piensan en medallas, honores y votos, pero... ¿Alguien piensa en los muertos? Se quedaron tan solos, amontonados unos sobre otros en cualquier lugar recóndito. Son los cuerpos de personas que trabajaban, que amaban, que pensaban, que soñaban con la Libertad, con un porvenir mejor. Eran hombres y mujeres que tras sus duras jornadas de trabajo se reunían, se organizaban, luchaban contra las injusticias, defendían una República esperanzadora que trajera mejores condiciones de vida para ellos y los suyos. ¿No hacemos nosotros lo mismo? ¿Acaso llevar sus restos mortales a un cementerio les va a devolver la dignidad? ¿O tal vez la dignidad está en intentar hacer lo que ellos hacían y que ellos nunca perdieron la dignidad?

Sabemos que tendremos que luchar aun mucho, que quedan décadas hasta terminar la tarea que nos hemos propuesto y que somos seres humanos, que tratamos de vivir con valores muy ajenos a los del mundo y los tiempos que nos han tocado vivir, que nuestra condición humana se ve afectada en muchas ocasiones por la presión de la sociedad que nos rodea. No somos perfectos, pero intentamos serlo, no tenemos la verdad absoluta, pero intentamos buscarla. Algunas veces, motivaciones externas a nuestra forma de pensar nos hacen ser ajenos a los valores que decimos defender, pero lo que importa es el espíritu que intentamos conservar. Los Foros por la Memoria ya son algo más que una idea y, al final, esos defectos se ven arrastrados por el pensamiento fuerte que nos une.

Esta es mi historia personal, pero también es la historia personal de cualquier otro miembro de los Foros por la Memoria: una vida difícil de trabajador que, tras su jornada laboral, trata de hacer lo que puede por mejorar este mundo, luchando constantemente contra la cultura imperante y luchando constantemente contra sí mismos, contra aquellos pensamientos externos que, a veces, nos hacen dudar y apartarnos de los planteamientos y el talante que queremos defender. Pero por eso tenemos que continuar, para que cambien los pensamientos hegemónicos actualmente en la sociedad, para que la Solidaridad sustituya al egoísmo, para que la Libertad no sea una palabra hueca, para que los valores humanos sean la base de las relaciones sociales, para que la economía sirva a las personas y no al contrario. La recuperación de la Memoria Histórica debe servir a estos propósitos, por eso no tiene cabida el egoísmo, ni el de los militantes, buscando honores y un cargo público, ni el de los intelectuales buscando fama y dinero, ni el de las organizaciones políticas buscando votos, ni el de los familiares buscando privacidad. Sólo la generosidad y la dedicación más absolutas, sabiendo que se cometerán errores, conociendo de antemano que todos fallamos en algunas ocasiones, pero también con humildad para ser capaces de descubrir cuando erramos y cuando fallamos, no para humillarnos, sino para solucionar y reparar aquello en lo que nos hayamos equivocado. Se avanza mucho más equivocándose en la acción que pasándose la vida debatiendo como acometer perfectamente una acción que no se realizará nunca.

Siempre definí el Foro por la Memoria como la suma de tres elementos: el amor, el rigor y la lucha. Sobre estos tres elementos seguiremos avanzando en nuestro trabajo, porque el amor no será tal si no hay rigor ni esfuerzo, ni el rigor frío del científico será capaz de dar respuesta a los sentimientos y servirlos, y si el esfuerzo no se enfoca hacia la tarea a realizar tampoco rendirá los frutos deseados. Sólo sumando estos valores y a las personas que los encarnan llegaremos a hacer realidad los sueños de aquellos que lucharon y murieron por un mundo mejor, cuando lo hayamos conseguido podremos hablar de dignidad.

Lo que tiene que hacer cada uno en su territorio, en su pueblo, en su comarca es buscar a quienes quieren trabajar con la Memoria Histórica, reunirse con ellos, avisarnos para que podamos asistir a una reunión y explicar lo que es el Foro por la Memoria. Aquí no se trata de que convoquemos todas las asambleas del mundo, sino de trabajar cada día. Dificultades todas, recursos casi ninguno, impedimentos burocráticos todos. Lo importante es el trabajo con proyectos concretos y eso tiene que realizarlos cada uno en su lugar de origen.

Hay quien dice que somos lobos con la piel de cordero sin darse cuenta que, tras los Foros por la Memoria, lo que realmente hay son personas, seres humanos llenos de defectos, pero auténtico leones, porque luchamos como fieras por aquello en lo que creemos, firmes como rocas en nuestras convicciones y con un corazón de oro.