domingo, 20 de enero de 2002

CRITICA DEL NEOLIBERALISMO

“La lucha económica no puede separarse de la lucha política, y ni la una ni la otra pueden ser separadas de la lucha ideológica...” Antonio Gramsci. Necesidad de una preparación ideológica de la masa.


“...en el frente ideológico la derrota de los secuaces menores tiene una repercusión insignificante; hay que luchar contra los más eminentes. De otro modo se confunde el periódico con el libro, la pequeña  polémica cotidiana con la labor científica...”
Antonio Gramsci. La política y el Estado moderno

“...toda clase dominante se ve obligada, para conseguir sus objetivos, a presentar su interés como el interés común de toda la sociedad; esto es: a dar sus ideas la forma de la generalidad, a presentarlas como las únicas razonables, las únicas válidas de modo general.”
Karl Marx. Feuerbach. Oposición entre las concepciones materialistas e idealistas.



Introducción

La lucha cultural e ideológica es una de las bases fundamentales sobre la que construir una sociedad en la que todos los Derechos Humanos sean respetados, no sólo de forma nominal, sino real y fehaciente para todos los individuos, es decir, la sociedad socialista, única capaz de garantizar los derechos sociales y económicos como parte esencial de la emancipación de todo el género humano.La tesis del filósofo y sociólogo Adam Schaff al sostener que el fracaso del denominado "Socialismo real", en los países de Europa Central y Oriental, constituye la mejor confirmación de la certera previsión de Gramsci sobre la imposibilidad de construir una sociedad socialista sin haber logrado previamente el consenso ampliamente mayoritario de la población. Consenso que sólo se puede lograr actuando en el campo de la cultura para conseguir la hegemonía intelectual y moral del nuevo bloque emergente.” (José María Laso Prieto. Antonio Gramsci y el Materialismo Histórico) La izquierda está desorientada, se debate entre las tesis neoliberales  –que poco o nada tienen que ver con la izquierda-, la nostalgia o la desideologización. Se hace necesaria una renovación ideológica, y esa renovación -que no revisionismo- pasa por el análisis marxista de las contradicciones actuales del capitalismo en todos los frentes de lucha (económico, político y cultural) y del estudio de la historia para abrir nuevas vías que nos lleven a superar, de una vez por todas, el sistema capitalista. Muy poco estamos haciendo en cuanto a la crítica de los fundamentos ideológicos sobre los que se sustenta el capitalismo actual, sin embargo, sus ideólogos han dejado por escrito las bases –lo hacen todos los días- sobre las que debe sustentarse: el neoliberalismo. “Uno de los grandes equívocos del cambio de siglo ha sido la aceptación generalizada, sin crítica, de lo que impropiamente se llama "neoliberalismo", que tiene tan poco que ver con el liberalismo histórico como el maquiavelismo con el Maquiavelo histórico o como alguno de los marxismos con el Marx histórico. Esta aceptación generalizada del "neoliberalismo" está creando en nuestras sociedades tanta confusión que la palabra misma "libertad" corre el riesgo de convertirse en un concepto deshonrado, de tan identificada como está con la libertad de mercado y la libre circulación de mercancías mientras se impide el libre movimiento de los seres humanos que se ven obligados a emigrar. La única mercancía a la que se niega la libertad de circulación es hoy en día justamente "la mercancía" en que, según Marx, había convertido el capitalismo al ser humano.”(Francisco Fernández Buey. Volver a leer a Gramsci). Se hace cada vez mas necesaria la elaboración de una crítica a sus postulados ideológicos, un análisis “desmenuzado” de sus planteamientos teóricos, basados en una contraposición ideológica al marxismo, para derribar en el plano cultural todas sus tesis. Se trata de una lucha  entre las clases dominantes (una burguesía bien estructurada, detentadora de los medios de producción, tanto materiales como espirituales, y de los aparatos coercitivos del estado) y las dominadas (una clase trabajadora desestructurada y fragmentada, perdida en la ilusión de un ascenso en el escalafón social al estatuto de burgués y la precariedad laboral, la sociedad burocrática de consumo dirigido y la degradación medioambiental, el tiempo forzado y el tiempo libre...). Debemos conocer en que “credos” basa el enemigo (el capital en su forma más cruel: el imperialismo) sus acciones, desmontar sus argumentos y conocer sus próximos movimientos para, de esta forma, poder anticiparnos a su estrategia anulándola al mismo tiempo que fortalecemos y creamos la nuestra. Esta es la primera fase en la actual lucha de clases, ganar la batalla ideológica, la destrucción a nivel teórico de los planes del enemigo, destruir su estrategia en el tablero para desarrollar la nuestra en el terreno de la realidad. Una guerra cultural a gran escala que movilice las conciencias sumisas y dominadas, que sea capaz de dar explicación a cada derrota y a cada victoria, que aúne las conciencias para romper el poder hegemónico de la burguesía y el capitalismo. El enemigo hace alarde de sus planes, los escribe, nos los muestra, nos ignora como oponentes, conozcámoslos, aprovechemos esa ventaja que su altanería nos cede y, sobre ese conocimiento, renovemos –rescatemos- la teoría, enriquezcámosla, divulguémosla. Opongamos, frente a la ortodoxia del pensamiento único, la heterodoxia del pensamiento emancipador. Recuperemos lo mejor de Marx y de todos aquellos que enriquecieron su pensamiento, sigamos hundiendo nuestras mentes en el estudio, en el análisis y enfoquemos ese pensamiento hacia la praxis, hacia la actuación en lo cotidiano. En la ruptura de lo cotidiano es donde realmente se encuentra la Revolución.


Función del neoliberalismo en la historia del siglo XX.

Cuando el muro de Berlín caía al suelo y las estatuas de Lenin eran derribadas en la URSS, empezó a hablarse en todo el mundo del final de las ideologías y el neoliberalismo se imponía como la nueva base sobre la que debía asentarse la democracia. Los teóricos neoliberales, en sus ensayos, relacionan libertad con capitalismo haciendo una interpretación idealista de la historia –incluso deísta al poner como ser supremo el mercado deificado- y niegan la posibilidad de superación del capitalismo.“Una de las manifestaciones del liberalismo moderno es su pretensión de alzarse como la única interpretación que permite entender el mundo en su estadio actual y, por ende, la única que puede aspirar a dirigir políticamente su destino. Cualquier otra percepción que se aparte de ese vaticinado triunfo mundial del liberalismo en donde tiene su final la historia humana (Fukuyama) es tachada de utópica, de anacrónica o incluso ¡pásmense!- de conservadora. De ahí que sea muy acertada la definición que propone Ignacio Ramonet del liberalismo moderno, al que llama pensamiento único, pues su arrogante legitimidad descansa en buena parte en que no reconoce oponentes. (J.M. Roca. Iniciativa Socialista nº 62). El neoliberalismo“no es sólo un conjunto de políticas en el campo económico y social, sino, por expresarlo así, es una filosofía; o dicho de otra manera, conlleva una concepción de la sociedad, que se expresa en la afirmación de determinados valores”(Juan Trías Vejarano. El giro conservador de los últimos veinte años. La consolidación del neoliberalismo), es una ideología. Y además una ideología basada en los valores de la burguesía que relegan al hombre a mero objeto de si mismo y de otros hombres. El neoliberalismo, obviando el resto de los Derechos Humanos, antepone la libertad (entendida en su acepción burguesa: la libertad del hombre egoísta, separado de los otros hombres y de la sociedad), sustentándola sobre la libertad económica, a cualquier otro valor humano, considerando cualquier tipo de intervención del estado en el mercado como un ataque a la libertad. “Esta ideología ha desposeído a la clase obrera de sus ideas y valores, conservando la primacía de la burguesía, reservando la iniciativa para ella.”(Henri Lefebvre. La vida cotidiana en el mundo moderno)

La entrada de Karl Marx en la escena del pensamiento supone la creación de un nuevo modelo de forma de pensar que cae como una losa sobre el pensamiento liberal que, a partir de ese momento,  se ve superado, ideológicamente, por la definición de un modelo filosófico superior, un método para analizar las relaciones económicas, sociales y políticas puesto al servicio de las clases dominadas, empezamos a hablar de socialismo científico (hasta ese momento sólo existían las bases teóricas del socialismo utópico: Babeuf, Saint-Simon, Fourier, Considerant). “Marx, después de cerca de medio siglo, ha propuesto un nuevo método de interpretación de la historia, que él y Engels han aplicado en sus estudios.”(Paul Lafargue. El método histórico). Marx pone las bases ideológicas sobre las que Lenin elaborará (¡Treinta y cuatro años después de la muerte de Marx y casi setenta después de la publicación del Manifiesto Comunista!), no sólo el diagnóstico de su momento histórico, sino la planificación del camino para conquistar el gran objetivo estratégico: acabar con la explotación del hombre por el hombre mediante la implantación del socialismo. Los efectos de la Revolución Rusa en todo el mundo son devastadores para el capitalismo -en especial a partir de la gran crisis económica de 1929-. Los imperialistas de los países de la "Entente" bloquean a Rusia, tratando de aislar a la República Soviética, como foco contaminador, del mundo capitalista. Estas gentes, que se jactan del "democratismo" de sus instituciones, están tan cegadas por el odio a la República Soviética que no advierten cómo ellos mismos hacen el ridículo. Figúrense ustedes: los países más adelantados, más civilizados y "democráticos", armados hasta los dientes, que tienen bajo dominio militar indiviso a todo el mundo, temen como al fuego el contagio ideológico procedente de un país arruinado, hambriento, atrasado y que, según ellos, ¡es incluso un país semisalvaje!” (V.I.Lenin. La III Internacional y su lugar en la Historia). En los países con economías más poderosas la defensa de los intereses económicos de la burguesía se sustancia en políticas liberales con alto contenido social, cuyo exponente ideológico más claro es el premio Nobel de economía inglés Maynard Keynes, asesor del presidente americano Roosevelt. “Las reformas de Roosevelt fueron más allá que las de la legislación anterior. Hacía frente a dos necesidades acuciantes: reorganizar el capitalismo de tal modo que superara la crisis y estabilizara el sistema; y atajar el alarmante crecimiento de rebeliones espontáneas y huelgas generales... la organización de la economía que el New Deal estaba llevando a cabo, tenía como objetivo principal el estabilizar la economía y después, dar la suficiente ayuda a las clases bajas para impedir que convirtieran una rebelión en una auténtica revolución” (Howard Zinn. La otra historia de los Estados Unidos). En los países con economías más débiles, la defensa de los intereses de la burguesía se sustenta sobre terribles dictaduras (nazismo y fascismo en Alemania e Italia, respectivamente, ambas muy debilitadas tras la Primera Guerra Europea) con ideologías que propugnan el mantenimiento de las estructuras de dominación mediante la fuerza y la violencia. “El fascismo es un intento de la burguesía de superar la contradicción entre la técnica actual y la propiedad privada sin destruir la propiedad privada. La "economía planificada" del fascismo en un intento de salvar la propiedad privada y de mantenerla a raya a la vez”(León Trotsky. Sobre el partido obrero). En la Italia de los años veinte, las burguesías urbana y terrateniente se sintieron inquietas por la inhibición del gobierno ante los conflictos abiertos y el programa social anunciado: aumento de impuestos sobre la propiedad, semana laboral de 48 horas... Los propietarios comenzaron a contratar grupos armados. El partido fascista se vio así subvencionado por la alta burguesía, apoyado moralmente por buena parte de la pequeña burguesía, y utilizado por los mismos liberales para combatir la extensión del socialismo. Cuando llamamos fascista a un régimen, hablamos de un régimen capitalista de excepción que el capital utiliza cuando, para recuperar su tasa de ganancia, antes de aumentar la explotación económica del proletariado y para poder hacerlo impunemente, tiene que destruir los instrumentos (partidos, sindicatos, periódicos, organizaciones de masas, etc.) que la clase obrera trabajosamente ha construido para su defensa. “El fascismo, como movimiento de la reacción armada que se propone el objetivo de disgregar y desorganizar a la clase trabajadora para inmovilizarla, entra en el cuadro de la política tradicional de las clases dirigentes italianas, y en la lucha del capitalismo contra la clase obrera. Por este motivo, aquél se ve favorecido en sus orígenes, en su organización y en sus caminos, indistintamente por todos los viejos grupos dirigentes, de preferencia sin embargo, por los agrarios, quienes se sienten más amenazados por la presión de la plebe rural. Sin embargo, socialmente el fascismo encuentra su base social en la pequeña burguesía urbana y en una nueva burguesía agraria surgida de una transformación de la propiedad rural en algunas regiones” (Antonio Gramsci. La situación italiana y las tareas del P.C.I.). Es en su relación con la infraestructura económica donde mejor se manifiesta el carácter de clase del nazi-fascismo, su sentido capitalista e imperialista. La relación entre nazismo y gran capital es un fenómeno que se desarrolla progresivamente, que implica cuestiones como el de la financiación por el poder económico de los movimientos antidemocráticos capaces de contener la revolución proletaria. El miedo a que la lucha de clases desembocase en el triunfo de la clase trabajadora, en los países capitalistas, tuvo dos resultados diferenciados: el estado del bienestar en unos y el nazi-fascismo en otros. El constante intento de acoso y derribo a que fue sometida la Revolución Rusa (de 1918 a 1920, guerra civil en la que los ejércitos contrarrevolucionarios son apoyados por los países capitalistas, de 1921 a 1933, periodo de estabilización del régimen socialista, reconstrucción del país, puesta en marcha de los planes quinquenales, de 1933 a 1945, ascensión de los nazis al poder en Alemania, se inicia el rearme alemán, acuerdo de Munich, guerra mundial, de 1946 a 1991, guerra fría) a lo largo de toda su existencia,  propició que la URSS no tuviese más remedio que dedicar gran parte de sus recursos económicos a los gastos militares, abriendo el camino a la implantación de un socialismo militarizado y burocratizado que pudiese hacer frente a la agresión, el Estalinismo no es más que el efecto directo de ese acoso y derribo: la implantación de un socialismo –podríamos llamar de cuartel: el comunismo de guerra inherente e inseparable de toda revolución socialista aislada y acosada por el capitalismo- para defender la victoria de las clases oprimidas (al igual que el Bonapartismo fue el efecto directo del intento de acoso y derribo a la Revolución Francesa instigado por las monarquías absolutistas europeas y el hegemonismo británico). “La burguesía opondrá al Estado socialista una formidable resistencia, abierta y disimulada, violenta o pasiva. (Antonio Gramsci. El Socialismo y el Estado). La Guerra Civil Española forma parte de esa gran lucha de clases a escala mundial, la Alemania nazi y la Italia fascista apoyan directamente a los militares sublevados en defensa de la burguesía y la oligarquía españolas, al mismo tiempo, mientras preconizan una política de “no-intervención”, EEUU, Gran Bretaña y Francia, vigilan los mares para impedir la ayuda exterior a los republicanos españoles, cierran la frontera con Francia, hacen oídos sordos a la intervención directa de Hitler y Mussolini en el conflicto y cierran los ojos ante el apoyo de sus respectivas burguesías a los franquistas, a los que proporcionan petróleo y otras materias primas. Aunque muchos historiadores burgueses, en su afán de disociar la restauración monárquica, en el Estado Español, del fascismo, niegan el carácter fascista del franquismo -del cual es heredera la actual monarquía española-, el régimen dictatorial del General Franco reúne todos los ingredientes del resto de los fascismos europeos: apoyo de la burguesía, destrucción de las organizaciones de clase de los trabajadores, apoyo del gran capital, etc.  La Segunda Guerra Mundial, no sólo fue una gran guerra imperialista en la que las burguesías de los países capitalistas lucharon por el liderazgo mundial, fue sobre todo una gran guerra ideológica entre capitalismo y socialismo, una lucha de clases a escala mundial. El miedo a la expansión de la Revolución Socialista jugó un papel tan importante, o más, que las crisis socio-económicas de los países capitalistas y la carrera de armamentos. Las burguesías de EEUU, Gran Bretaña y Francia intentaron utilizar el nazi-fascismo para acabar con la Revolución Rusa al mismo tiempo que eliminaban a su competidor europeo: Alemania. La intervención directa de los EEUU se materializó cuando todos sus oponentes estaban los suficientemente exhaustos como para permitirles ejercer su liderazgo. El acuerdo de Munich de 1938 significaba el apoyo de los capitalistas ingleses y franceses a las agresiones de Hitler en Europa. “Esa política tenía como objetivo impulsar a Hitler a la agresión contra la Unión Soviética. Chamberlain y Daladier abrían a Hitler el camino de Praga con la idea de que ésa no sería más que la primera etapa de la marcha hacia Moscú” (Historia del Partido Comunista de España. Ediciones Polonia. 1960).Hoy Hitler es amigo y aliado de Stalin; pero en cuanto consiga una victoria en el Frente Occidental con la ayuda de Stalin, volverá sus armas contra la URSS. Y Chamberlain, en circunstancias similares, haría lo mismo que Hitler. (León Trotsky. La URSS en guerra) La gran batalla pudo haberse producido, exclusivamente, entre la URSS y la Alemania Nazi de no ser por el pacto Germano-Soviético de no-agresión firmado por ambos países. Esto obligó a las potencias occidentales a entrar en guerra con Alemania, cuando invadió Polonia, para evitar que aquella obtuviese el liderazgo mundial del capitalismo. Aunque el nazi-fascismo fue derrotado, cumplió con sus funciones en la lucha de clases a escala mundial: debilitar fuertemente a la URSS para dar tiempo al capitalismo a crear las condiciones necesarias para recuperar la iniciativa que, hasta ese momento ostentaba el campo socialista. La Segunda Guerra Mundial transforma en un empate –por llamarlo así- entre socialismo y capitalismo -entre la clase trabajadora y la burguesía- lo que hasta ese momento era, claramente, una victoria del socialismo. Lo esencial es que el capitalismo (algo modificado, sin que lo <<estructural>> haya sido afectado) y la burguesía (más allá y por encima de sus fracciones múltiples, nacionales e internacionales) han recuperado la iniciativa de las operaciones. ¿Acaso habían perdido? Sin duda, durante algunos años, entre 1917 y 1933. A partir de 1950 la situación se invierte. Vencido militarmente, reducido a la impotencia, el fascismo ha sido útil.”(Henri Lefebvre. La vida cotidiana en el mundo moderno). EEUU obtiene el liderazgo del mundo capitalista (reemplazando definitivamente a Gran Bretaña y a Francia), al haber quedado debilitados sus competidores europeos tras la contienda, y la URSS el del mundo socialista que se ha visto aumentado por la incorporación de varios países de Europa del Este y Central. Al capitalismo, mientras dura esta situación de empate, no le quedó más remedio que mantener el estado del bienestar apoyado en esa ideología liberal con alto contenido social preconizada por Keynes, la reconstrucción europea se hace bajo estos planteamientos (Welfare). Lo importante es que la burguesía había recuperado la iniciativa en la larga lucha de clases. El equilibrio existente siempre fue transitorio mientras la burguesía encontraba la forma de revertir la situación. El estado del bienestar limitaba los beneficios, regulaba mercados y creaba políticas fiscales progresivas para redistribuir las riquezas, los estados socialistas suponían un freno a las agresiones imperialistas del capitalismo en sus crisis cíclicas, además de un referente real para las clases trabajadoras de los estados dirigidos por la burguesía. El capitalismo necesitaba de una nueva ideología sobre la que dinamizar la lucha de clases a escala mundial, para volver a la situación de privilegio que se encontraba antes de la Revolución Rusa. El neoliberalismo, como corriente de pensamiento político y económico, nace, oficialmente, en el año 1947, nada más terminar la 2ª Guerra Mundial (no es casual, en ese mismo año se inicia oficialmente la Guerra Fría, se funda la Escuela de las Américas (SOA) en la que el ejército americano da formación a militares y policías para la lucha contrarrevolucionaria y se crea la CIA), primero en Europa (con la reunión de Mont Pelerín de 1947) y después se traslada a los Estados Unidos (Escuela de Chicago, Instituto de Tecnología de Massachusetts, MIT, Universidad de Harvard, etc.). Uno de sus principales promotores es el filósofo y economista austriaco, Friedich A. Hayek, que en uno de sus libros, "El camino de la servidumbre", lanzó un ataque apasionado contra cualquier limitación a los mecanismos del mercado por parte del estado, afirmando que éstas limitaciones son una amenaza no sólo contra la libertad económica, sino también contra la libertad política. A finales de la década de los 70, tanto el estado capitalista como el estado socialista están en crisis, es en esos momentos cuando las recetas económicas del neoliberalismo comienzan a aplicarse (el primer experimento de los “Chicago boys” – como se denomina a los neoliberales americanos de la Escuela de Chicago- se realiza –casualmente- en el Chile de Pinochet desde 1973, a partir de 1979 en  la Gran Bretaña de Margaret Tatcher y en 1980 en los EEUU de Reagan (¡ Veintiséis, treinta y dos y treinta y tres años después, respectivamente, de Mont Pelerín!)  El neoliberalismo, como ideología predominante entre los vencedores en esta etapa de la lucha de clases aporta los argumentos teórico-científicos necesarios para quitar todo el poder de intervención del estado y dárselo al capitalismo, en definitiva, se trata de dotar a la burguesía de una ideología, basada en métodos –presumiblemente- científicos, capaz  de dar la batalla al marxismo para superarle y revertir la situación. Se trataba de poner, frente al socialismo científico, el capitalismo “científico”.

Pero al igual que el socialismo científico dotó a las clases oprimidas de una herramienta para vencer en la lucha de clases, lanzándolas a la revolución, el neoliberalismo dota a las clases dirigentes de una herramienta para entablar la misma lucha, lanzando a la burguesía a la contra-revolución. Al igual que el socialismo científico analiza las contradicciones del capitalismo y sobre ellas construye su base teórica para ponerla al servicio de la sociedad en su conjunto y, en especial, de las clases dominadas, el neoliberalismo analiza las contradicciones del estado del bienestar y del estado socialista para, sobre ellas, construir su base teórica poniéndola al servicio de las clases dominantes. Al igual que el socialismo no dudó en transformar la lucha de clases en guerra revolucionaria, el neoliberalismo no duda, en ningún momento, en utilizar la guerra como método para imponerse. Si el socialismo ha errado en sus métodos, no podemos olvidar que siempre ha sido tratando de buscar la justicia social, mientras, el neoliberalismo lo hace tratando de buscar el beneficio individual. Mientras que desde el socialismo se trata de recuperar terreno mediante las aportaciones de nuevos pensadores preocupados por solucionar los problemas de la humanidad en su conjunto, intentando abrir nuevos caminos para conseguir un mundo justo, libre y solidario, el neoliberalismo gana terreno día a día -en especial desde la desaparición de lo que podríamos llamar el “núcleo duro” del socialismo (los estados socialistas del este de Europa)- creando un mundo cada vez más injusto, cada vez menos libre y cada vez menos solidario. Si el primero toma como punto de partida el bien colectivo basado en la generosidad y la solidaridad, el segundo toma como punto de partida el bien individual basado en el egoísmo y la insolidaridad. Si se planifica la conquista de la justicia, podemos aumentar el nivel de justicia existente, si se planifica la injusticia aumentamos el nivel de injusticia existente. El neoliberalismo ha planificado, de forma científica, la injusticia y, lógicamente, estamos llegando a unos niveles de injusticia sin parangón en otras épocas de la humanidad, ya que se están utilizando medios científicos y técnicos para imponer las desigualdades y dar la victoria a la burguesía. Con esta introducción histórica queremos poner en evidencia que la lucha de clases es una constante en la historia de la humanidad y que las ideologías son el entramado cultural, social, científico y político sobre el que se forjan los planes para la batalla. Sin una base ideológica cualquier intento de conquista del poder político está abocado al fracaso. El neoliberalismo es la ideología que la burguesía está utilizando actualmente para vencer en la lucha de clases, por lo que es absolutamente necesario conocer cual es el ideario neoliberal, como se articula sus propuestas y que métodos utiliza para imponerlas. Este conocimiento nos ayudará a entender mejor el porque de muchos de los hechos y acontecimientos que están ocurriendo a nuestro alrededor.

El neoliberalismo como ideología de la burguesía para la lucha de clases

 Debemos “realizar un esfuerzo intelectual para llamar a las cosas que recubren el rótulo "neoliberalismo" por su verdadero nombre: capitalismo que no sólo mercantiliza y explota al ser humano, como hacía en la época de Gramsci, sino que especula con lo que el trabajador produce, metamorfosea estos productos en valores bursátiles contagiando la especulación a los trabajadores mismos y esclaviza o prostituye a la población sobrante, a todos aquellos, niñas, niños, mujeres y varones, que no caben ya en la regulación legal de la división internacional del trabajo en el Imperio” (Francisco Fernández Buey. Volver a leer a Gramsci). Como decíamos anteriormente, el neoliberalismo es una ideología muy determinada y determinista, aunque, si la analizamos bien, nos damos cuenta -una vez realizado el esbozo de los planteamientos ideológicos que la burguesía ha ido asumiendo a lo largo de la historia del siglo XX- no es más que otra máscara para disfrazar la verdad de la acumulación capitalista, se nutre de una semántica “dulcificada” para encubrir un nuevo “fascismo”. “La literatura liberal es toda una polémica contra el Estado. La historia política del capitalismo se caracteriza por una continua y rabiosa lucha entre el ciudadano y el Estado.”(Antonio Gramsci. El Estado y el Socialismo)

Milton Friedman (uno de los principales ideólogos neoliberales de la llamada escuela de Chicago), en su ensayo “Capitalismo y libertad” afirma que “la libertad económica es, en sí misma, un componente esencial de la libertad en general, el capitalismo competitivo es el sistema más favorable a la libertad económica, por lo tanto,  el sistema capitalista competitivo es el sistema más favorable a la libertad, convirtiéndose por este hecho en“un fin en sí mismo”. Por su parte, Friedrich A. Hayeck (padre del neoliberalismo e instigador de la reunión de Mont Pelerín de 1947), en su ensayo “El camino de la servidumbre” trata el resto de los Derechos Humanos como si fuesen privilegios. Una de las principales contradicciones del neoliberalismo es que no tratan los Derechos Humanos en su conjunto, como algo inseparable e inherente a las personas, anteponen la libertad individual –entendida en el sentido burgués egoísta basado en el hombre aislado- por encima del resto de los Derechos Humanos que solo existen como una mercancía. Los análisis históricos que realizan son simplistas, con muy poca base científica y basados en una interpretación idealista de la historia. Afirman que el crecimiento y propagación de la libertad civil en Occidente coincidió con la difusión del capitalismo como el sistema dominante de organización económica, lo que no dicen es que esas libertades estaban restringidas a unas clases determinadas: la burguesía y la aristocracia asimilada por aquella. El concepto de libertades civiles se hace extensivo para todas las clases con el desarrollo de las organizaciones obreras que, con su lucha, arrancan concesiones a las clases dominantes. No es el capitalismo el que facilita el crecimiento y propagación de la libertad civil, sino sus contradicciones y la presión que la clase trabajadora ejerce con su lucha por el socialismo. Lo que ha generado cierto progreso económico en las masas no ha sido la política del “laissez faire” que reclaman los neoliberales, sino la constante lucha de clases y los avances técnicos. Mantienen que no ha existido en toda la historia ninguna sociedad libre que no se haya servido de algún tipo de mercado privado, sin explicar que el mercado privado tiene su base en la propiedad privada y que ésta, a su vez, descansa sobre la división del trabajo impuesta origen, a su vez, de la división de la sociedad en clases dominadas y clases dominantes. Piensan que es el capitalismo lo que garantiza la libertad y no el Estado en su función de mediador entre el hombre y su libertad. Tratan de poner a los regímenes fascistas en el campo socialista para que su ejercicio demagógico pueda unir democracia y capitalismo. Sin embargo, esos regímenes fueron creados para mantener el poder de sus respectivas burguesías frente a la amenaza de la Revolución Socialista. En ninguno de los regímenes nazi-fascistas se intentó eliminar las clases sociales, sino mantener las jerarquías y obligar a la colaboración entre unas clases y otras. La diferencia entre el capitalismo en los regímenes “democráticos” y en los regímenes fascistas es que, aunque en ambos la estructura social y económica se mantiene mediante la coacción y el corporativismo, en los últimos, esa coacción se reviste de una brutalidad ilimitada (aunque en casos de crisis, la brutalidad es también utilizada por los países capitalistas “democráticos”). Relacionan el bienestar social con el capitalismo, sin embargo, se convirtió en un factor determinante dentro del mundo capitalista por el miedo a la revolución socialista. Hablan de que el bienestar social es una amenaza al individualismo poniendo el egoísmo por encima de la solidaridad. Los planteamientos neoliberales, en este sentido, rayan la locura –u otra cosa peor-, con tal de defender su individualismo, serían capaces de ver a personas desposeídas de derechos tan fundamentales como el alimento, la asistencia sanitaria, la vivienda, etc. ¿Estamos ante las puertas de una nueva dictadura excluyente? Atribuyen un fracaso a la colectivización planificada de la economía sin hacer, previamente, un análisis histórico de los fracasos. Como hemos explicado antes, todos los intentos de creación de una sociedad socialista se han visto abocados al fracaso, primero, por que todos los intentos se dieron en la periferia del capitalismo, en países empobrecidos y atrasados (Lenin planteaba la necesidad apremiante de la revolución en Alemania) , segundo, por el constante ataque político, económico y militar que el capitalismo ejerció sobre estos intentos que se vieron obligados a gastar en armamento una gran parte de su producción, provocando la instauración de un comunismo de guerra durante todo el proceso histórico de su existencia y, tercero, por la falta de una preparación ideológica previa de las masas. Ponen un gran énfasis en la división del trabajo como elemento básico del desarrollo económico y por tanto de la libertad, sin embargo, “tan pronto como comienza a ser dividido el trabajo, cada cual se ve allegado a un determinado círculo de actividad que se le impone y del que no puede evadirse” (Karl Marx). Teoría de la Historia). Según ellos, el libre mercado desregulado garantiza por sí mismo la perfecta redistribución de la riqueza, lo que no nos dicen es que la acumulación capitalista en un mercado sin regulación crea monopolios y oligopolios que ejercen una tremenda coerción en la sociedad haciendo que el mercado en vez de estar sometido a la regulación y planificación estatal, esté sometido a la regulación y la planificación de las empresas monopolistas. Según Friedman, “el mercado le garantiza al individuo la libertad de aprovechar al máximo los recursos que están a su disposición, siempre que no interfiera con la libertad de los demás de hacer lo mismo. Pero no garantiza que tendrá los mismos recursos que otro. Los recursos que pueda tener reflejan, en gran medida, los accidentes de nacimiento, herencia y previa buena o mala fortuna. Y no hay nada que pueda evitar que conduzcan a una gran disparidades en riquezas e ingresos”. Lo que no explica Friedman es por qué la mala o buena fortuna suele “cebarse” sobre las clases dominadas y no sobre las dominantes. Si se nos dan razones de nacimiento, herencia, fortuna, etc..., quiere decirse que se garantiza la libertad de los que tienen mayores recursos. Demagógicamente, tratan de dar razones para hacer una eliminación de las clases, para difuminar lo evidente, eso es lo que esconde esa afirmación. Según el neoliberalismo, la pobreza o la riqueza no tienen nada que ver con la acumulación, sino con circunstancias individuales. Para el neoliberalismo, el poder económico, separado del poder político, sirve de contrapeso y garantiza la libertad individual. En una democracia parlamentaria basada en elecciones periódicas, en las que los distintos contendientes políticos necesitan una gran cantidad de recursos económicos, esta separación da pie a un sometimiento del poder político al poder económico, cuando el poder económico se sustancia en monopolios, la coacción se ejerce directamente desde las empresas monopolistas. Basan la actividad cultural en la acumulación, es decir, la obra cultural se produce y se propaga no por su calidad, sino por su capacidad de procurar beneficios económicos, la cultura queda relegada a producto de compra-venta. ¿Cuántos artistas tenemos que ver morirse de hambre antes de que acabe la locura neoliberal?

A grandes rasgos este sería su ideario político, pero, se esconden más cosas. A lo largo de este ensayo no hemos dejado de comparar las propuestas neoliberales con el socialismo. Hemos visto su antagonismo con el marxismo al que pretenden dar muerte con su verborrea. Lo que no hemos hecho ha sido compararlo con el fascismo, vamos a ver que tienen muchos puntos de conexión. En primer lugar, comparte con el fascismo un fuerte determinismo y el darvinismo social. Para el neoliberal, la existencia de la pobreza por causa de la mala fortuna, nacimiento o herencia, no son injusticias sociales, sino algo natural y su intento de corrección por parte del estado un atentado contra la libertad de los económicamente agraciados. Comparan la vida como un juego con ganadores y perdedores. En vez de considerar la historia como una lucha de clases, la consideran como una lucha de individuos aislados y empresas. Las bases doctrinales del fascismo fueron la oposición a la democracia y el parlamentarismo, el odio al socialismo y al internacionalismo, el rechazo a la creencia de progreso y a la virtualidad del pacifismo, el desprecio por los derechos individuales y la exaltación de estado como suprema entidad histórica. Las bases doctrinales del neoliberalismo son oposición al poder del estado, odio al socialismo, el desprecio a los derechos sociales y la exaltación del mercado como suprema entidad histórica. Frente al pluralismo democrático, el fascismo erigió un totalitarismo político que rechazaba toda posibilidad de convivencia con la oposición, aniquilando toda posibilidad de disidencia. Frente al pluralismo democrático, el neoliberalismo erige un totalitarismo económico para dominar el estado y evitar cualquier tipo de oposición mediante la coerción económica o la cooptación de los dirigentes políticos. Frente a los valores sociales sustentados por los derechos del hombre, el fascismo esgrimió los derechos del estado, crisol de los valores de la unidad moral de la nación. Frente a los valores sociales sustentados por los derechos del hombre, el neoliberalismo esgrime los derechos del mercado crisol de los valores individuales sustentados por la libertad económica. En el fascismo, la ausencia de oposición y la omnipotencia del estado, sentaron las bases de un totalitarismo intelectual sustentador y a la vez potenciador de la creencia en la posesión de la verdad; para dictarla en cada ocasión, se conformó una gran infraestructura de propaganda, que comenzaba en el sistema educativo, pasaba por la movilización de la juventud y alcanzaba el monopolio de los medios de comunicación. En el neoliberalismo, la ausencia de oposición real y la omnipotencia del mercado, sientan las bases de un totalitarismo intelectual sustentador y a la vez potenciador de la creencia en la posesión de la verdad; para dictarla en cada ocasión, ha conformado una gran estructura de propaganda – el pensamiento único-, comenzando por el sistema educativo, creando una mentalidad sumisa y ejerciendo el monopolio en los medios de comunicación, hoy más desarrollados que nunca. En el fascismo, la suprema consideración de la entidad del estado se plasmó efectivamente en un nacionalismo agresivo y victimista; su materialización se produjo en la autosuficiente aspiración a una economía autárquica y en el desarrollo de un imperialismo colonialista que pretendía resucitar la gloria del imperio romano. En el neoliberalismo, la suprema consideración de la entidad del mercado se plasma efectivamente en una mentalidad agresiva; su materialización se produce en la autosuficiente aspiración a una economía globalizada y en el desarrollo de un imperialismo mercantilista que pretende dominar toda la economía mundial. Al igual que el fascismo el neoliberalismo busca la destrucción de las herramientas forjadas por la clase obrera para defenderse contra la explotación: sindicatos, partidos obreros. Para que esa destrucción garantice la consecución del objetivo principal: aumentar la explotación sin resistencia en época de crisis. Por eso elimina la capacidad de intervención del estado en los asuntos económicos, supedita la política a la economía asegurándose, con ello, su control y, a través de él, de las fuerzas policiales y militares - cuyo costoso mantenimiento comparten la burguesía y la clase trabajadora- para defender la propiedad privada de los medios de producción y sobre todo, de los canales de distribución de mercancías. Son demasiados los que sostienen que un régimen no es fascista si no ostenta el carnaval de las camisas de color (negro, pardo, azul) y los uniformes de guardarropía, los desfiles marciales de masas, el culto al deporte, el machismo, la exaltación de la maternidad, la histeria ante el líder, el saludo romano, el racismo declarado, la retórica grandilocuente sobre la grandeza de la Patria y de la propia raza... y los demás rasgos formales externos de los regímenes alemán e italiano de los años 30 del siglo XX. “Y así como en la vida privada se distingue entre lo que un hombre piensa y dice de sí mismo y lo que realmente es y hace, en las luchas históricas hay que distinguir todavía más entre las frases y las pretensiones de los partidos y su naturaleza real y sus intereses reales, ENTRE LO QUE SE IMAGINAN SER Y LO QUE EN REALIDAD SON".(Karl Marx. El 18 Brumario de Luis Bonaparte)


El neoliberalismo y su función económica en el mantenimiento de la acumulación capitalista.

El neoliberalismo gira alrededor de tres ejes fundamentales: la reducción del papel del estado en su intervención en el plano económico y social, la desregulación laboral y la libertad en el flujo de capitales financieros. Veamos de forma más extensa cada una de estas cuestiones, como se aplican las recetas económicas neoliberales (Planes o Programas de Ajuste Estructurales) y sus consecuencias.

a) Reducción del papel del estado en su intervención en el plano económico y social.-

El primer argumento neoliberal para reducir el papel del estado a la mínima expresión es que el estado es el principal causante de las crisis y además es ineficaz, un estado benefactor produce individuos sin responsabilidad, anónimos y sin iniciativa. El estado no debe tener ninguna función en el área económica, las empresas y los servicios públicos son mal gestionados y mal administrados, lo que provoca un crónico déficit público. El estado no reacciona, en los temas económicos, con la rapidez del sector privado. La administración privada es más eficiente por que está motivada por el reparto de beneficios. Por lo tanto el estado debe asumir, tan sólo, la responsabilidad de la seguridad (externa e interna) y las infraestructuras. Como podemos observar, lo que se esconde detrás de todo esto es la política del egoísmo, es decir, las relaciones económicas no deben estar basadas en términos de justicia social, sino en términos de beneficio individual. Sigamos con los argumentos y las propuestas. Un exceso de normas (convenios colectivos, seguridad e higiene, protección social...) encarece los productos e impiden la competitividad. Para que haya un orden social no se requieren tantas normas, la regulación es muy costosa, el libre mercado regula mejor y a menor costo, por tanto la única regulación aceptable es la que protege el libre mercado. Las políticas sociales constituyen una de las cargas más pesadas del estado y de las empresas, debilitan la competitividad y el sentido de la responsabilidad individual, por tanto, se deben eliminar las políticas sociales y privatizar la sanidad. Hay que disminuir los impuestos directos – el IRPF -(a los ricos) y aumentar los impuestos indirectos – el IVA - (a los pobres). La competitividad es la clave del crecimiento económico de los países. Para ser competitivo se requiere reconvertir el aparato productivo (la modernización) y adiestrar y readiestrar la mano y la "mente de obra".  

b) Desregulación Laboral.-
La existencia de normas que restringen el funcionamiento del mercado de trabajo y los sindicatos son los dos principales enemigos de la productividad y por los tanto de la competitividad. La competitividad y la nueva economía exigen cambios muy dinámicos en los procesos de producción y la existencia de normas rígidas (contenidas principalmente en los convenios colectivos) es un factor que obstaculiza las posibilidades de ser competitivos como empresa y como país. Hay que introducir al máximo, en las empresas y en el conjunto del sistema económico del país, la flexibilización de las condiciones de trabajo, es decir, la elasticidad de las normas que regulan las relaciones de trabajo, pues solo así será posible que las empresas sean eficientes y competitivas. El movimiento de los trabajadores atenta contra el libre funcionamiento del mercado y por lo tanto debe ser reducido al mínimo en sus funciones y, si es posible, eliminarlo. En esta tarea el estado tiene una responsabilidad de primer orden. (Empezamos a entender por que los neoliberales sólo dejan en mano del estado la policía, el ejército y las infraestructuras)
c) Libertad en el flujo de capitales financieros.-
La estabilidad monetaria es la ley de leyes de la economía (pasamos de una economía basada en el tejido productivo a una economía basada en la especulación monetaria).  La expansión monetaria tiene que ser controlada y para ello hay que darle el máximo de autonomía a los Bancos Centrales y si es posible, introducir algunos elementos propios de la privatización. Es necesario el libre funcionamiento del mercado financiero. Las tasas de interés deben ser fijadas por el mercado y además los capitales foráneos (la inversión extranjera) deben tener libertad para entrar y salir.

Como vemos en este pequeño esbozo de lo que son las políticas neoliberales nos damos cuenta de qué se pretende con ello, quienes son los grandes beneficiarios de estas “recetas”, quienes los grandes perjudicados y como se pretenden aplicar. Si hacemos una lectura general del ideario neoliberal, nos damos cuenta que se antepone lo privado sobre lo público, ya no son las leyes del estado de derecho las que delimitan la libertad de las personas, la libertad individual ya no termina donde empieza la libertad de los demás, sino que la libertad individual termina donde empiezan las propiedades de los demás. El individuo sólo actúa en su interés personal. La democracia ya no es un sistema político que garantiza la libertad de las personas, si no un sistema político que garantiza la libertad del mercado. Al disminuir el papel del estado se resta a las clases menos favorecidas la capacidad de intervenir y participar en la redistribución de la riqueza y las oportunidades. Los nuevos valores éticos están basados en el individualismo, la propiedad y la competitividad quedando reducidos los valores humanos a la nada. Lo peor de todo es que el neoliberalismo pone en contradicción el derecho a la libertad con el resto de los Derechos Humanos. Un ideólogo neoliberal, Paul Elmer More, llega a sostener: "para el hombre civilizado, los derechos de propiedad son más importantes que el derecho a la vida". Para el neoliberalismo, las desigualdades que produce el mercado son siempre justas. La historia es el resultado de un proceso selectivo que escapa al control de los hombres. El “darvinismo” social se impone sobre otros criterios. Pero, para imponer las recetas del neoliberalismo como nueva ideología de las clases dominantes, ante la resistencia de los pueblos y de las clases más desfavorecidas, la burguesía emplea nuevos y viejos métodos. La política y la sociedad quedan supeditadas a la economía. La implantación de valores individualistas ha puesto en crisis los valores humanos propiciando el “todo vale” para enriquecerse, de esta forma la corrupción es vista con buenos ojos por la sociedad en su conjunto. En las sociedades del centro del capitalismo se emplea el gran desarrollo de los medios de comunicación de masas y la desestructuración social, creando escudos protectores de “nuevos ricos” y alienando al resto mediante un exceso de información  y un defecto de formación, así como el aumento de medidas policiales para reprimir a los disidentes. En las sociedades de la periferia, los métodos son diversos; dependiendo del grado de desarrollo y de la amplitud de la resistencia se utilizan métodos similares a los utilizados en los países del centro, la imposición mediante la violencia militar y policial o ambos métodos a la vez. Lo que es evidente es que el establecimiento de un mundo unipolar ha dado la oportunidad a la burguesía de hacer efectiva su victoria sobre el resto de las clases e imponerse por todo el mundo. Las recetas neoliberales han ido imponiéndose en todo de forma dispar, lo que es evidente es que la resistencia también lo ha sido y que, cuando surge, la burguesía usa y abusa de la violencia. La agenda neoliberal se impone en el mundo bien mediante la coacción económica a través del FMI (Fondo Monetario Internacional) y el BM (Banco Mundial), bien mediante la fuerza de las armas.
América Latina es el primer lugar donde se empiezan a implantar las recetas neoliberales. En Chile (1973), se produce el primer gran experimento de los neoliberales conjugado con la política imperialista de EEUU enfocada hacia el control de las materias primas (el cobre chileno) y la penetración de mercados. El neoliberalismo se pone en funcionamiento como contrapunto a la vía chilena hacia el socialismo imponiéndose por la fuerza de las armas. Como vemos, la primera imposición del neoliberalismo se realiza a través de un gran baño de sangre utilizando a las fuerzas más reaccionarias y conservadoras de Chile. En Bolivia (1985), el gobierno de Víctor Paz Estensoro impuso un programa económico neoliberal, consiguió parar la inflación, se privatizaron las empresas públicas, se redujo el gasto público, se congelaron salarios, se liberaron las importaciones y se siguieron a rajatabla las pautas del FMI. Pasados 15 años, el 80 por ciento de la población boliviana está sumida en la pobreza, en muchos lugares la esperanza de vida no supera los 40 años, el salario mínimo es de 50 dólares mensuales, un alto porcentaje de población vive con 1 dólar diario y el desempleo arrasa. Las demandas populares tienen como contestación la represión más brutal. En México (1982), bajo el Gobierno de Miguel de la Madrid, se empieza a desmantelar el sector productivo estatal, tanto él como sus sucesores -en especial Carlos Salinas de Cortari que llegó a ser condecorado por Margaret Tatcher por su fidelidad en la aplicación de las recetas neoliberales- llegan a modificar la constitución mexicana de 1917 para eliminar cualquier barrera que impida la implantación de las medidas económicas neoliberales. “La política neoliberal aplicada en México a partir de 1982 no sólo no ha logrado ninguno de los objetivos que se propuso, ya que la crisis aún está presente en la economía nacional, el crecimiento sostenido no ha podido lograrse y la población es ahora más miserable que cuando se inició la aplicación de esa política contraria a los intereses nacionales y populares, sino que ella misma ha demostrado su incapacidad para enfrentar los retos del presente.” (La Crisis del neoliberalismo en México, balance económico y social. Juan Campos Vega). En Argentina (1989), bajo el gobierno de Carlos Saúl Menem y su famoso ministro de economía, Cavallo, se imponen las recetas neoliberales, en 1997, tras 8 años de políticas neoliberales y según informes del Instituto Nacional de Estadísticas de Argentina, el 28% de la población vivía en condiciones de extrema pobreza, el desempleo alcanzaba al 32% de la población activa, el 33% de la población (12 millones de personas) tenían problema de vivienda y el fracaso escolar en los hogares pobres  alcanzaba el 39%, la falta de atención médica entre los pobres ha provocado más de 15.000 muertes anuales, la exclusión social se ha convertido en una constante y la corrupción institucional ha alcanzado cotas inigualables. La conjunción de las políticas neoliberales y la corrupción generalizada han propiciado la quiebra del estado Argentino. En Venezuela (1989), bajo el Gobierno de Carlos Andrés Pérez, la pobreza llega a alcanzar al 60% de la población. La llegada al poder de Chávez abre nuevas vías a la esperanza y su intento de revertir la agenda neoliberal ha provocado la enemistad de los EEUU que ha puesto al Presidente Venezolano en uno de los primeros puestos de su lista de enemigos. En Perú (1989), durante el mandato de Fujimori “se privatizan servicios y empresas públicas por valor de 9.200 millones de dólares, encarama la deuda externa del país a 22.000 millones de dólares (el 19 % del PIB), instala al 50 % de los peruanos en la pobreza gracias a sus recortes en gasto social, consolida un sistema mafioso de gobierno mediante el control directo del poder judicial y legislativo, reprime a sangre y fuego a movimientos sociales y sitúa a Perú a los primeros puestos de países que violan los Derechos Humanos mediante un terrorífico aparato de inteligencia . En fin, un buen alumno neoliberal como para que el Banco Mundial y el Interamericano de Desarrollo estuviese a punto de concederle poco antes de su cese un nuevo préstamo de 1.100 millones de dólares para cubrir el agujero fiscal, además de los 600 conseguidos anteriormente”(Fujimori, otro juguete roto del neoliberalismo. Pascual Serrano). En Brasil (1989), primero bajo el gobierno de Fernando Collor, pero sobre todo bajo el Gobierno de Sarney, cuyo Ministro de Hacienda fue Fernando Enrique Cardoso y que implantó el famoso Plan Real. El resultado: 60 millones de pobres y 32 millones de excluidos sociales. Brasil se encuentra actualmente en un “callejón sin salida” del que le será difícil salir.

En Gran Bretaña (1979), primera implantación en un estado europeo. Margaret Tatcher aplica las recetas neoliberales de forma totalmente ortodoxa. Destruye el poder de los sindicatos, aumenta el beneficio de las empresas capitalistas y detiene la inflación. No consigue recuperar el crecimiento de la economía y aumentan las tasas de paro de forma alarmante, cosa que los políticos neoliberales ven de forma positiva ya que consideran que la creación de un paro estructural es bueno para el mercado de trabajo y el aumento de la competitividad: la ley de la selva está servida entre la clase trabajadora que se ve abocada a la rivalidad entre sus miembros en vez de a establecer lazos de solidaridad. En el resto de Europa las políticas neoliberales se van imponiendo poco a poco, incluso llevadas de la mano por gobiernos de “izquierda” como los liderados por Felipe González en España o Miterrand en Francia. Después de veintidós años está intentándose acabar con los últimos resquicios de políticas proteccionistas y la implantación del Euro provocará la homogenización de los planteamientos neoliberales, se buscará la integración de los mercados y se reducirá la capacidad de intervención de los estados nacionales en los asuntos económicos. La construcción europea se ha realizado bajo esos postulados, de hecho se ha hablado de moneda única (para facilitar el movimiento del capital financiero), de integración de mercados, de ejército  y policías europeos (para acabar con la resistencia exterior e interior) y la defensa del mercado libre europeo se hace bajo normas elaboradas en Bruselas por el Banco Central Europeo. Las guerras de los Balcanes de los últimos años son fruto de esta política, la destrucción de Yugoslavia tiene más que ver con la eliminación del último modelo socialista del Viejo Continente, de penetración de mercados y de control de materias primas que con cualquier planteamiento humanitario. La intervención de EEUU supone su voluntad imperialista de liderar el capitalismo mundial derrotando políticamente a la Comunidad Europea acentuando, de esta forma, su hegemonismo mundial y aliviando su profunda crisis económica y social.
Como vemos, el neoliberalismo aunque soluciona los problemas macroeconómicos, aumenta los beneficios de las grandes empresas y el del capital especulativo, somete a grandes sectores de la población a la pobreza y a otros a la esclavitud de la competitividad (ya no se trabaja para vivir, se vive para trabajar), practica el terrorismo cultural a través de los medios de comunicación y sobre todo, para superar las crisis del capitalismo en el centro, provoca guerras en la periferia. La acumulación de capital es más fuerte que nunca, la voracidad por el control de las materias primas y el beneficio económico necesita de la eliminación de todo tipo de barreras económicas, políticas y culturales. Hoy más que nunca el capitalismo necesita la guerra –siempre la ha necesitado- para acabar con todo tipo de resistencias.


Neoliberalismo, imperialismo y guerra

Lenin definió claramente en “El imperialismo y la escisión del socialismo”, un concepto claro de lo que es el imperialismo, vamos a ver a continuación como esos rasgos definitorios han sido teorizados por el neoliberalismo en sus tesis, convirtiendo la ideología neoliberal en la ideología del imperialismo. En primer lugar se encuentra el capitalismo monopolista. Marx, demostró que la competencia (la competitividad en palabras actuales) termina necesariamente en la acumulación de capital en unas pocas manos: el monopolio. Los teóricos neoliberales, cuando llegan a esta parte, se pierden en la nubes, no lo mencionan y rehuyen la palabra, ya que es una de las grandes fisuras que conforman toda su teoría económico-política, sin embargo plantean continuamente la competitividad como base principal del funcionamiento del mercado, es esa competitividad la que provoca la acumulación de capital en unas pocas manos (las de los más competitivos) llegando a los monopolios; como plantean la no intervención del estado en los asuntos económicos y la libertad total de las empresas, se encuentran con una contradicción que, al no saber resolver, obvian, ya que su objetivo no es el de crear una sociedad libre, sino una sociedad sometida al capital y su acumulación destructiva. La reiterada aplicación de políticas neoliberales, que no es otra cosa que la aplicación de medidas para combatir las crisis cíclicas capitalistas y mantener la tasa de ganancia durante esas crisis, ha dado como resultado la creación de grandes empresas transnacionales que ejercen el monopolio (o el oligopolio cuando un mercado es dominado por varias grandes empresas) y los grandes trusts de empresas multinacionales asociadas. En segundo lugar el capitalismo financiero (Lenin lo llama capitalismo parasitario). El neoliberalismo plantea la libre circulación de capitales, la estabilidad monetaria y la economía basada en concepciones monetaristas. Los monopolios y trusts se reparten amigablemente la riqueza del mundo, la dominación de las materias primas, sus canales de distribución y los mercados. En la actualidad ejercen su poder económico a través del FMI (Fondo Monetario Internacional) y el BM (Banco Mundial). Su expansión en estos momentos se ha dado en llamar globalización capitalista (nuevo nombre para lo que los marxistas hemos llamado siempre imperialismo). El resultado directo, ante las resistencias de los pueblos contra este control, o por la competencia entre distintas transnacionales por el dominio de una de estas riquezas, sumado a las crisis socio económicas de los países capitalistas, es la guerra. La OTAN, encabezada por el ejército de EEUU, es en la actualidad, el brazo armado de la globalización capitalista.

La burguesía disponía, en occidente, del poder económico, político y militar, pero tenía un déficit ideológico que le impedía revertir la situación de hegemonía que tenía antes de la Revolución Rusa y ese déficit fue superado con el neoliberalismo. La voracidad de la acumulación capitalista no tiene límites y  -como se ha visto- sus crisis cíclicas siguen existiendo y las soluciona con “guerras humanitarias” y represión de las clases dominadas, guerras y represión que no tienen otro objetivo que el de reactivar la economía interna, penetrar mercados, controlar materias primas y eliminar resistencias. Guerras imperialistas, en definitiva. En la actualidad, el capitalismo mundial está encabezado por los EEUU, cuyo hegemonismo está intentando ser superado por la Unión Europea y los llamados Tigres Asiáticos. ¿Desembocará la guerra en un enfrentamiento directo entre bloques imperialistas exterminando a toda la humanidad? El neoliberalismo es utilizado por los países capitalistas como fue utilizado  “El Destino Manifiesto” por los EEUU para expandirse en el siglo XIX expoliando y exterminando a otros pueblos para solucionar sus crisis. Nada  ha cambiado en el capitalismo estos últimos 150 años, se ha fortalecido, pero su hambre de beneficios sigue haciendo peligrar a toda la humanidad. Antes del 11 de septiembre de 2001, se estaba gestando en el mundo capitalista una gran crisis (en especial en EEUU) cuyas proporciones aún no hemos terminado de analizar, grandes sectores de la población se estaban movilizando contra la globalización capitalista, el presidente Bush , con objeto de paliar la crisis quería iniciar una nueva carrera de armamento (el escudo antimisiles balísticos) para lo que había buscado el apoyo de sus competidores europeos, apoyó que le fue negado, las multinacionales tenían puestos sus ojos en Afganistán como territorio necesario para el cruce de oleoductos y gaseoductos que llevasen el petróleo y el gas natural del mar Caspio hacía China y el Océano Indico y las negociaciones con el gobierno de Kabul no llegaban a buen término. El ataque contra las torres gemelas de New York, se produce con todas estas circunstancias como telón de fondo. La situación cambia radicalmente, da legitimidad al capitalismo para acelerar medidas neoliberales que palien la crisis, el coste social se sustancia es cientos de miles de despidos, se reactiva la industria de armamentos con una política de guerra contra el terrorismo de duración ilimitada, los dirigentes europeos se pliegan a los mandatos de Washintong, se recortan las libertades civiles y se refuerzan los aparatos policiales de los estados para aumentan el control y la persecución del movimiento antiglobalización y las organizaciones de clase de los trabajadores (en especial de las definidas como marxistas), se inicia la guerra contra Afganistán cuyo final se traduce en el control militar de la zona y se redefine el concepto de terrorismo que ahora abarca todo tipo de oposición al imperialismo, es decir, el mismo capitalismo de siempre, en su fase imperialista, exaltado ideológicamente por el neoliberalismo y dirigido cultural, política y militarmente por los EEUU: la dominación, la violencia y la guerra como forma de vida para toda la humanidad.